jueves, 27 de diciembre de 2018

PRIMEROS AUXILIOS: PROTEGER, ALERTAR, SOCORRER


Socorrer consiste en prestar los primeros cuidados a un accidentado enfermo repentino, en el lugar de los hechos, y hasta la llegada de personal especializado que complete la asistencia.

Los objetivos de esta acción es asegurar el mantenimiento de las constantes vitales, no agravar el estado general de la víctima, o las lesiones que pueda presentar, y en caso necesario asegurar su traslado a un centro sanitario en las condiciones adecuadas.




La actuación inicial se resume en la conducta PAS:

PROTEGER - ALERTAR - SOCORRER

PROTEGER: Hay que adoptar las medidas necesarias para evitar que las consecuencias del accidentado se agraven.

Para ello se hace necesario pensar en qué riesgos potenciales pueden amenazar nuestra integridad, la de los que nos rodean o agravar el estado de la víctima, debiendo encargar si es posible a varios testigos el ocuparse de evitar que tales situaciones se produzcan. En caso de encontrarnos solos, extremaremos al máximo la prudencia, siendo en todo momento objetivos con las medidas y acciones a realizar.

Como primer ejemplo, nombraremos el caso de un accidente de carretera:

  • Estacionaremos nuestro vehículo fuera de la calzada, en un lugar seguro, encendiendo los intermitentes de emergencia.
  • Señalizaremos el accidente, especialmente si es de noche o si las condiciones de visibilidad son reducidas. Procuraremos que antes y después del accidente, a una distancia de unos 150 metros, haya una persona haciendo señales para que los conductores que se aproximan al lugar, disminuyan la velocidad con suficiente antelación.
  • Asimismo, colocaremos los triángulos de indicación de peligro, al borde de la calzada.
  • Haremos que se controle a los curiosos, normalmente estorban y dificultan las labores de auxilio a las víctimas.
  • Desconectaremos la corriente de los vehículos accidentados, quitaremos el contacto.
  • Impediremos que se fume en las proximidades del accidente, el objeto de evitar el riesgo de explosión e incendio.

Otro ejemplo sería el caso de una persona caída en una habitación donde hay una estufa de butano.
  • En primer lugar tomaremos las debidas precauciones para evitar que nos intoxiquemos como consecuencia de la posible presencia de gas.
  • Cerraremos la válvula de la botella de gas.
  • Airearemos la habitación.
  • Evitaremos que se manipulen llaves de luz (producen chispas) o llamas.
  • Recordar que no se debe desplazar al herido, solo si hay peligro de sobre accidente. En cualquier caso debe ser un desplazamiento adecuado, manteniendo siempre el eje cabeza-cuello-tronco-pelvis alineado.

ALERTAR

Implica establecer los contactos adecuados por teléfono o por medio de terceras personas para conseguir la ayuda necesaria lo antes posible. De la inmediatez de la actuación dependerá que el accidente se resuelva de una manera u otra.




Siempre se ha de permanecer cerca del herido para emprender las acciones de urgencia necesarias; se pedirá a un testigo que avise a los servicios públicos de urgencias, indicándole a quién debe avisar, cómo debe hacerlo y qué debe decir. Hay que constatar siempre que se ha avisado a los equipos de socorro.

Es necesario identificarse: dar el nombre o decir desde donde y número de teléfono desde el que se llama; las llamadas anónimas no inspiran confianza. Hacer repetir los datos al interlocutor puede evitar pérdidas de tiempo innecesarias. No colgar nunca el teléfono hasta que no lo haga nuestro interlocutor, por si necesita preguntar o aclarar algo.

SOCORRER

Actuar rápidamente pero manteniendo la calma. Esta intervención es una acción de responsabilidad e implica estar preparados para hacerlo mientras se espera la llegada del personal sanitario. Si no es así también podemos ser útiles evitando que la gente se aglomere, solicitando iluimnación, controlando el tráfico,…

Se atenderá en primer lugar al herido que más riesgo o gravedad presente y/o que más se beneficie de nuestra intervención.

Recabar datos sobre los heridos y técnicas empleadas o sobre su evolución para transmitirlas al servicio de urgencias ya que son útiles para conocer su evolución desde el momento del accidente.

Se vigilará periódicamente el estado de los heridos, atendiendo especialmente al nivel de consciencia, dificultades o ausencia respiratoria, reactivación de hemorragias y shock.

Extremaremos las medidas de precaución en el manejo de los pacientes en esta fase en la que todavía no sabemos con certeza lo que tienen. Podríamos causar daños mayores y empeorar su estado.

La eficacia con que llevemos a cabo estas tres acciones potenciará la utilidad de nuestra intervención como socorristas.

En definitiva y resumiendo, diremos que la actuación del socorrista se fundamente en:

  1. Percibir: La condición individual de la persona necesitada es lo primero a percibir, captar las peculiaridades de aquellos a quienes queremos socorrer. Es posible que cualquier persona que necesita nuestra ayuda presente una peculiaridad o discapacidad que nos obligue a percibirla en el primer momento y por tanto adaptar nuestra actuación a ella.
  2. Explorar: Hacer las verificaciones que nos indicarán la presencia de lesiones, valorar su estado y cualquier hallazgo que nos ayude en nuestra intervención.
  3. Actuar: Dar los pasos necesarios para evitar el agravamiento del accidente y atender las lesiones que presente el paciente.
  4. Evacuar: Trasladar a los heridos, activando los medios necesarios para hacerlo, al centro adecuado, lo más rápido y en las mejores condiciones posibles.

Socorreremos además en dos fases. En la valoración primaria comprobaremos el estado de las constantes vitales. En la valoración secundaria exploraremos al accidentado desde la cabeza hasta los pies, en busca de daños, y aplicaremos nuestros conocimientos. Y, aunque estemos seguros de qué tenemos que hacer, siempre debemos verificar después de cada una de las pequeñas actuaciones.
ACTUAR ----- VERIFICAR


Las constantes vitales:

Manifestaciones cuya presencia nos asegura que la persona que está siendo explorada mantiene sus órganos vitales en funcionamiento, y cuya ausencia establece la existencia de una emergencia médica con graves riesgo para la vida de la víctima.

Debido a los escasos medios con que contamos generalmente cuando vamos a prestar un auxilio, vamos a trabajar sólo con aquellas que nos resulten fáciles de reconocer:

CONSCIENCIA / RESPIRACIÓN / PULSO


Estado de consciencia:

Indica el grado de afectación del encéfalo. Se mide fácilmente sometiendo a la víctima a distintos estímulos y viendo si responde o no. Así se puede clasificar en grados:
  • A – Consciente: Responde a todos los estímulos. Está Alerta.
  • V – Grado 1: Inconsciente, pero responde a los ruidos o a los estímulos Verbales.
  • D – Grado 2: No responde a los ruidos, pero sí al Dolor.
  • N – Grado 3: No responde a Ningún estímulo.

Frecuencia respiratoria:

Número de veces que una persona respira en un minuto. Se comprueba oyendo, sintiendo y observando el paso de aire a los pulmones. Las cifras que se obtienen en una persona en reposo son:


- Cifras normales: de 12 a 20 por minuto.


- Taquipnea: Respiración rápida y superficial. Se da fundamentalmente en esfuerzos, en casos de insuficiencia respiratoria (asma,…).


- Bradipnea: Respiración demasiado lenta. Se da, por ejemplo en casos de hipotermia severa.


Cuando se mide la respiración hay que comprobar también si es rítmica o no, es decir, si los intervalos entre respiraciones son iguales. La respiración normal siempre es rítmica. Una respiración irregular suele implicar una lesión importante en el sistema nervioso.
Pulso:
Tomar el pulso equivale a medir la frecuencia cardiaca. Puede ser tomado en cualquier arteria, pero las más accesibles son la carótida (a ambos lados de la nuez), la radial (en la cara externa de la muñeca, detrás del pulgar) y la pedia (en la parte central del dorso del pie). Nunca debe ser tomado con los dedos pulgares, ya que podríamos estar tomando nuestro propio pulso.





Cifras normales: en una persona y en reposo son de 60 a 100pulsaciones por minuto.

- Taquicardia: más de 100. En este caso el corazón está trabajando demasiado deprisa y puede fallar. Esta circunstancia se da, entre otros casos, en hemorragias internas, lipotimias y algunas enfermedades cardíacas.

- Bradicardia: menos de 60. En este caso, el corazón trabaja demasiado despacio, con lo cual se envía poca sangre al resto del cuerpo. Hay que tener en cuenta que una persona bien entrenada físicamente puede tener menos de 60 pusaciones sin que ello indique que el corazón está fallando.

Parada cardio-respiratoria (P.C.P.):

Interrupción brusca e inesperada de la respiración y circulación sanguínea espontáneas. La parada cardio-respiratoria puede debutar como una parada respiratoria o como una parada cardiaca. Cuando lo que sucede inicialmente es una parada respiratoria, el latido cardiaco eficaz persiste durante algunos minutos y una rápida actuación sobre la víctima puede impedir la parada cardiaca; si la parada es inicialmente cardiaca, se produce un rápido deterioro de los órganos vitales por falta de oxígeno.

Se produce daño cerebral cuando se detiene la circulación (paro cardiaco) durante un tiempo aproximado de 4 a 6 minutos. Después de 6 minutos sin oxígeno el daño cerebral es extremadamente probable, y pasados 10 minutos irreversible.

Esta situación puede ser producida por diversas causas que irán desde una enfermedad hasta por determinados accidentes o traumatismos (asfixia por gases, ahogamientos, atragantamientos, traumatismos craneales,…).

Derivado de esta definición, podemos afirmar que se trata de un proceso potencialmente reversible.

El reconocimiento de una parada cardiorrespiratoria lo hacemos durante la evaluación inicial del paciente, en su fase de exploración primaria, comprobando si existen o no la respiración y circulación espontáneas.

Reanimación cardiopulmonar (R.C.P.):

Conjunto de maniobras que, independientemente de la causa que origina la situación de parada cardiorrespiratoria y realizadas por cualquier persona, pueden evitar que se produzca la muerte.

El objetivo de la R.C.P. es evitar la muerte por lesión irreversible de los órganos vitales, especialmente el cerebro, y para ello debemos hacer llegar oxígeno a los pulmones del paciente, realizando la ventilación con aire espirado y haciendo que desde el corazón se bombee sangre mediante el masaje cardiaco.

Es importante iniciarla lo antes posible, y preferiblemente antes de transcurridos 4 minutos desde el momento que se produjo la P.C.R., dado que cuanto más se tarde en comenzar la R.C.P. menores son las posibilidades de recuperación de la víctima. Al hablar de inicio de la R.C.P. hay que hacer especial énfasis en que se trata de activar todas las fases de esta, la básica, la avanzada y la posterior vigilancia del estado del paciente. De estas afirmaciones se desprende la necesidad de alterar a los servicios de emergencias médicas en el más breve espacio de tiempo.

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